La Puente de Rozadío
Esta estructura de planta recta y un solo vano data de mediados del siglo XVIII, cruza el río Nansa en la población de Rozadío y sirvió de paso al antiguo camino que unía este pueblo con Cosío, Puentenansa y Rioseco.
El puente está formado por una bóveda de cañón de mampostería y sillarejo, ligeramente hundida, y tan afectada la piedra por procesos de carbonatación que asemeja un mortero de cal; salva una luz de 12.5m con una anchura de poco más de 3m. La bóveda está cimentada directamente sobre la roca y presenta una labra tosca, salvo la embocadura, a base de dovelas de tamaño uniforme que llegan a ser tangentes a la rasante en la zona más alta. Debido a la altura que alcanza la rasante los estribos se prolongan considerablemente sobre ambas márgenes, están formados por material de relleno y paramentados en mampostería, entre cuyos intersticios crece vegetación. El estribo derecho aguas abajo está parcialmente ocupado por un murete de una pequeña huerta. La transición entre bóveda y tablero es sin apenas material, lo que hace que el trasdós sea la base del pavimento actual y procure al puente una rasante en lomo de asno, más inclinada en la margen izquierda; el resto del pavimento es tierra y canto organizados a ambos lados de una alineación de piedras regulares de mayor tamaño. Los antepechos son pretiles de piedra a base de mampostería y canto rodado desigual, de casi 1m de altura en la clave, unidos con mortero y protegidos por piedras planas irregulares a modo de albardilla. En una de estas piezas, y grabado sobre mortero, aparece la inscripción “CG 1948”
En ambos frentes soporta instalaciones, dos tuberías metálicas de pequeño diámetro para transporte de agua, la de aguas arriba con una válvula, y ambas ancladas a la fábrica mediante grapas metálicas.
Junto con el de Cosío eran los dos únicos puentes de piedra de que disponía el antiguo camino que comunicaba los núcleos de población del término de Rionansa, y se citan con frecuencia en las memorias de los proyectos de carretera de la zona en la segunda mitad del siglo XIX, porque se tenía en cuenta su ubicación y dimensiones para calcular los desagües hidráulicos de los puentes que en ese momento se estaban proyectando.