Fuentes, abrevaderos y lavaderos
Fuentes, abrevaderos y lavaderos
La existencia de agua y la posibilidad de servirse de ella determinaron históricamente el emplazamiento de los asentamientos humanos. Para utilizar este recurso se han originado diferentes construcciones.
El abastecimiento de agua a una población está integrado por la captación, la conducción, el almacenamiento y la distribución. Fuentes, abrevaderos y lavaderos son las construcciones que expresan el uso comunitario del agua antes de que el reparto se hiciese a cada casa. Pueden estar construidas en el mismo lugar que aflora el manantial, o alejados de ellos, en este caso es preciso conducir el agua mediante canales y tuberías hasta el lugar elegido, que suele ser un lugar central de la población a que abastece. Es frecuente que aparezcan agrupados formando un conjunto hidráulico dispuesto linealmente de modo que el agua pasa primero por la fuente (consumo humano), después por el abrevadero (beben los animales) y finalmente por el lavadero (el agua se mezcla con jabón y deja de ser adecuada para el consumo). La circulación entre ellos se produce mediante un sistema de canalillos y rebosaderos.
Las fuentes captan el manantial mediante un muro que las retiene y se encauzan para forzar su salida a través de un orificio; para facilitar la salida del caudal se dispone de unas piedras, o un caño. Si el agua captada se contiene en un depósito se emplean grifos reguladores. El agua cae a un recinto de piedra en forma de artesa que aquí se denomina “cocino” o “fuentañón”, a ras de suelo o elevado. Los frontales suelen estar decorados.
Los abrevaderos habituales son depósitos rectangulares descubiertos, adosados a un muro-talud y de diferentes dimensiones, en función del tamaño de la cabaña ganadera. En su interior se debe mantener una altura de lámina suficiente para que los animales no introduzcan las patas y ensucien el agua.
Los lavaderos empezaron siendo depósitos de agua descubiertos acondicionados para lavar, resguardados del ganado y de los vientos dominantes, y con el paso del tiempo cubiertos. En su interior hay una pila compartimentada para no mezclar las aguas de enjabonado y aclarado, rematada por una piedra inclinada para el lavado y provista de un sistema de desagüe.