El camino forma parte de un itinerario pastoril de gran antigüedad como revela el hecho de estar punteado por una sucesión de túmulos megalíticos. Madoz, en su diccionario, lo describe como comunicación de Liébana y Asturias con Santander.

El camino se inicia al oeste del núcleo de Cires, al que se accede por carretera desde Quintanilla/Sobrelapeña aunque aún se conservan parcialmente trazas del antiguo camino que recorta la moderna vía. La salida de Cires se realiza por una moderna pista, que discurre entre los invernales de la localidad, cuya construcción ha dejado en desuso los viejos caminos de los que sólo quedan restos muy parciales. En el último tramo de ascenso hasta el Cueto La Zarzosa se puede abandonar la pista hacia la derecha y se cruza por el collado de Peñarajo. Se deja a la izquierda el pequeño cerro de los Tombos y se pasa junto al collado de Joldupe. Con un trazado empedrado, se rodea por el sur el cueto de Traslaventa y en un pequeño descenso se accede al collado de Venta de los Lobos (o Lodos), donde tan solo se perciben restos de algunos chozos. Como es usual en estos casos, en los pastizales de la Venta el camino se difumina. Hacia el este, la vaguada formada por el arroyo Ajoto acoge un magnífico abedular. Desde el collado, la cota 1.115 proporciona excelentes vistas sobre Lamasón, Peñarrubia y los Picos de Europa. Se asciende en zigzag siguiendo el camino viejo por la falda septentrional del Cueto de Mingo Álvarez y recortando la actual pista más tendida. El Collado Pasaneu, a la cota 1.344, es la puerta de Liébana. Desde allí, por la Collada de Taruey (a 1.264 m) se completaría la ruta hacia Potes a través del valle de Bedoya. O al noroeste, la cercana Braña de los Tejos merece una corta desviación para conocer la excepcional muestra de longevidad y magnificencia de este árbol.