Paisaje fluvial

Espacio caracterizado por el recorrido de un río y los elementos a él asociados: el agua, el lecho o cauce y la ribera con su particular vegetación.

Los ríos forman corredores de gran valor paisajístico y ambiental. Desde una panorámica, el río dibuja una franja bien diferenciada en el paisaje y muestra su capacidad para estructurar y articular el territorio, favoreciendo la conexión ambiental entre espacios de características ecológicas diferentes.

En la cercanía se percibe su singularidad, su clara distinción respecto de los paisajes del entorno, y la compleja organización que presentan, en un corte transversal, el cauce, las riberas, y la vegetación que se asienta sobre ellas.

En la red fluvial del Nansa dominan los valles angostos, pendientes y de trazado rectilíneo, ya que la proximidad de la divisoria al mar obliga a salvar un fuerte desnivel que otorga al río un carácter torrencial y una gran capacidad erosiva, lo que favorece el encajamiento del cauce. Por eso dominan los lechos rocosos, por los que las aguas fluyen rápidas, a veces formando pequeños saltos; en ellos aparece la roca madre y los grandes bloques. Sólo en los sectores bajos, de aguas más lentas, la sedimentación permite que los cantos, arenas y limos recubran el lecho. En algunos tramos, los azudes y presas remansan las aguas y atraen al espectador. En otros, el río discurre por hoces y desfiladeros donde el dominio del roquedo y la verticalidad de las márgenes tienen mayor poder paisajístico.

En las márgenes aparece una franja de vegetación con características propias que, cuando las condiciones son favorables, dan lugar a los bosques de ribera, generalmente alisedas o salcedas, aunque también crecen bosques mixtos de caducifolias o matorral. Otras márgenes muestran las marcas de la intervención humana (encauzamientos, muros, escolleras) y la presencia de diversas edificaciones, como molinos o ferrerías que aprovecharon la fuerza hidráulica.

Allí donde los pueblos crecen en contacto con el río el paisaje fluvial pierde su naturalidad, que se recrea en los equipamientos deportivos, recreativos y turísticos, como en Puente Nansa o La Hermida.

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