Sierras del Escudo, Ozalba y Arria
Sierras del Escudo, Ozalba y Arria
Serie de sierras alineadas de Este a Oeste que separa las comarcas litorales de los tramos medios y altos de los valles.
Toda Cantabria es recorrida de Oeste a Este por una profunda falla que, levantando la superficie varios cientos de metros, ha dado lugar a una larga alineación montañosa.
Designado en su conjunto como “Sierra del Escudo de Cabuérniga”, este accidente topográfico paralelo a la costa y no demasiado distante de ella ha sido tajado por los ríos que, de este modo, han permitido la individualización de una sucesión de unidades menores tales como los macizos o sierras de Arria (entre el Deva y el Tanea), de Ozalba (entre el Tanea y el Nansa) o del Escudo de Cabuérniga (entre el Nansa y el Saja). No obstante los pasos que se han abierto los ríos son muy estrechos y no llegan a romper la imagen de continuidad de estas sierras que, en todo el occidente regional, separan netamente los valles interiores, estrechos y encajados, de las zonas bajas y litorales, mucho más abiertas, propicias a las actividades humanas y, en consecuencia, humanizadas.
Estas sierras están asociadas al afloramiento de materiales antiguos y resistentes a la erosión pero de diferente naturaleza ya que mientras que las sierras de Arria y Ozalba son calizas, están cubiertas de extensas garmas y comparten muchas de sus características con los Picos de Europa, la del Escudo incluye una cuña de este material (en la que se ha desarrollado la cueva del soplao) pero es predominantemente silícea y por su modelado y coloridos se asemeja más al resto de las montañas del centro de la región.
Pese a las citadas diferencias, todas estas sierras comparten muchos rasgos tales como su altura (que suele oscilar entre 800 y 1000 metros), un relieve abrupto pero de formas pesadas que los caminos históricos atravesaban difícilmente y una relativamente escasa presencia humana fuera de los mejores enclaves ganaderos (que hoy han sido ocupados por eucaliptales en gran parte de su superficie). Todos estos factores han contribuido históricamente a reforzar su carácter de obstáculo topográfico y de factor diferenciador de las áreas situadas en sus dos vertientes.