Roquedos y cumbres
Roquedos y cumbres
Áreas de fuerte pendiente donde aflora la roca y dominan los bloques, las pedreras, los escarpes y los picos, y en las que apenas crece la vegetación.
Las áreas donde aflora la roca y dominan los bloques, las pedreras y los suelos esqueléticos o muy erosionados, se localizan principalmente en los sectores culminantes de las montañas, que son también los de mayor pendiente y exposición a las condiciones ambientales cambiantes y extremas, como los vientos, la nieve, el hielo y la insolación.
Uno de sus rasgos principales es la fuerte pendiente, que interviene en los procesos erosivos que fragmentan y denudan la roca. Por eso esta morfología también puede hallarse en áreas de menor altitud, ya sean laderas de marcado perfil cóncavo y tendencia a la verticalidad, interfluvios de los valles secundarios, o prominentes resaltes topográficos. Así, las sierras prelitorales del norte de Cantabria, de las que hay buena representación en el Valle del Nansa y Peñarrubia, no son elevadas pero ofrecen un aspecto rocoso potente y casi inexpugnable, de gran extensión y con escasa vegetación.
El tipo de roca interviene también en la percepción del paisaje, porque de ello dependen formas y colores. Las calizas, en distintos tonos de grises y a veces de un blanco relumbrante, pueden presentar formas masivas y paredes casi verticales, escarpes de gran espesor que vuelan amenazantes sobre las laderas, pedreras deslizantes de materiales sueltos, y otras muchas formas propias del modelado kárstico.
Las rocas silíceas, duras y resistentes, oscurecen el paisaje y muestran rotundos bloques de conglomerados, cuarcitas o areniscas, y un relieve de cumbres en picos. Por su parte, el carácter estratiforme de muchas rocas metamórficas, como los esquistos y las pizarras, produce bloques en grandes lajas o planchas conocidas como “lastras”, como las que penden sobre el pueblo homónimo del municipio de Tudanca, La Lastra.
El término “peña” designa en Cantabria estas cumbres rocosas, siendo Peñarrubia un buen ejemplo del arraigo y popularidad de este nombre común, que el propio José María de Pereda recoge en su novela “Peñas Arriba”, ambientada en esta comarca.