Áreas de fuerte pendiente donde aflora la roca y dominan los bloques, las pedreras, los escarpes y los picos, y en las que apenas crece la vegetación.

Proyectar y construir carreteras de las diferentes categorías fijadas por la ley fue la primera ocupación de los ingenieros de caminos del siglo XIX.

Tierras de cultivo cereal inmediatas a los pueblos y hoy transformadas en prados.

El ganado, en un sistema extensivo que aprovecha los recursos naturales disponibles, es tanto un factor modelador como un elemento más del paisaje.

Paisaje de carácter humanizado dominado por espacios naturales y seminaturales con distintos usos, organizados en torno a los pueblos y los caminos.

La existencia de agua y la posibilidad de servirse de ella determinaron históricamente el emplazamiento de los asentamientos humanos. Para utilizar este recurso se han originado diferentes construcciones.

La variedad de ambientes del Nansa propicia la existencia de bosques de varios tipos que, por su diversidad y calidad, constituyen un importante valor patrimonial

Prados caracterizados por la presencia de un pequeño edificio o invernal. Suelen estar cerrados con muro de piedra y distantes de los núcleos de población.

El Valle del Nansa, especialmente sus tramos medio y alto, son una de las zonas de Cantabria más afectadas por los incendios forestales. Su huella, pasada y presente, ha quedado impresa en el paisaje

Nombre antiguo que reciben los montes de los pueblos y que expresa el carácter vecinal y colectivo de su uso, lo que también incide en el paisaje.

Tierras dedicadas a la producción de plantas herbáceas que, segadas o aprovechadas a diente en pastoreo, sirven de alimento al ganado.

Superficies arboladas de eucaliptos y pinos para la producción de madera que presentan un aspecto paisajístico uniforme y continúo.

Prado comunal que se siega en septiembre para producción de heno y cuyo aprovechamiento se somete a las normas de la junta vecinal.