Carreteras del siglo XIX
Carreteras del siglo XIX
Proyectar y construir carreteras de las diferentes categorías fijadas por la ley fue la primera ocupación de los ingenieros de caminos del siglo XIX.
Desde la mitad del siglo XIX el trazado de las carreteras y la construcción de todos sus elementos (plataforma, muros, puentes, pontones, tajeas, pavimentos, mojones, arbolado…) responden a meditados proyectos elaborados por los ingenieros de caminos españoles. Fueron carreteras pensadas para vehículos de tracción animal, adaptadas al terreno por el que discurrían. Con el tiempo estos trazados se abandonaron y la red principal se pobló de nuevas carreteras adaptadas a las modernas exigencias del tráfico (seguridad, velocidad, confort…) quedando las antiguas sin uso y en progresivo deterioro, lo que es de lamentar porque constituyen una magnífica muestra no solo del patrimonio material de las obras públicas, sino también de cómo se construyó el territorio y cómo se transformó con la llegada de la carretera.
Pero en los territorios al margen de la red viaria principal, como sucede en el valle del Nansa y Peñarrubia, lo esencial del trazado de las carreteras primitivas ha llegado hasta nuestros días, con las lógicas labores de conservación que han obligado a ensanchar, rectificar curvas, sustituir pasos de agua o mejorar el pavimento. La gran preocupación de los antiguos ingenieros de caminos fue reducir las pendientes, había que diseñar el camino para que los animales pudieran subir, y bajar. La planta, en cambio, no tenía excesiva importancia, porque las velocidades de los carruajes eran modestas y se adaptaban a los pequeños radios mínimos de curvas. De todo ello es buena muestra este territorio de orografía difícil, que muestra un paisaje de caminos que dan grandes rodeos apoyados en los trazados de ladera, la sucesión de alineaciones rectas unidas por curvas pronunciadas, vastos muros de sostenimiento, o puentes encajados aprovechando las laderas para cruzar los ríos. Y que es la materialización del esfuerzo por acomodar los trazados, tanto en planta como en alzado, a los vehículos de la época, que eran carros tirados por animales.