El ganado bovino de raza Tudanca tiene su hábitat natural e histórico conocidos en las montañas centrales de Cantabria (valles altos del Nansa y del Saja, y montañas occidentales limítrofes de Campoo).

Es raza de gran rusticidad, adaptada a desplazarse por la montaña, pudiendo pacer en áreas de pendientes más pronunciadas frente a las otras razas con las que comparte pastos. Se reconoce por el contorno del ojo y del hocico blancos, que contrastan con la frente negra; además los cuernos son finos, la grupa estrecha, y la cola alta y gruesa. Su capa mezcla pelo negro, blanco y colorado, de forma que, según la composición de éste, recibe diversos nombres: Tasuga, con los tres pelos sin dominar ninguno de ellos; Fosca cuando el blanco escasea, y Avellana cuando domina el castaño. Estudios científicos recientes confirman que la raza Tudanca es una de las 15 razas de bovino ibéricas que presentan una mayor proximidad genética con el tronco africano (Bos Taurus).

Cuando la carretería se activó por el tráfico entre Castilla y el puerto de Santander, durante el siglo XVIII y mitad del XIX, el bovino experimentó un importante crecimiento y, para obtener ejemplares más selectos, se impulsó, en los concursos de ganado, su cruce con otra raza ibérica, la Avileña. A principios del siglo XX se describían las siguientes razas en Cantabria: la Pasiega, lechera; la de Campoo, robusta y de tracción; la Lebaniega para carne; y la Tudanca, mantequera y de buena aptitud cárnica.

Una vez introducidas las razas suizas y holandesas, y orientado el vacuno tanto a la producción de leche como a la cría de vacas lecheras para exportar, la raza Tudanca, dentro del declive general del ganado autóctono, se distinguió por su supervivencia. Desde 1978 se mantiene el Registro Especial de Ganado Selecto y existen asociaciones para la preservación de esta raza que constituye un auténtico patrimonio natural y cultural y, por su relación con la conformación del paisaje, un patrimonio territorial.